Es curioso cómo las cosas vienen y van. Me siento como si pudiera manejar el tiempo. Aunque el tiempo es la única fuerza inexorable. No podemos controlarla, ni medirla, apenas podemos llegar a aproximar cuánto dura un segundo en la tierra, pero ese segundo nunca es de verdad. Siempre está supeditado a la gravedad, o a una sonrisa, lo que pese más. No puedo volver atrás y repetir ningún momento. No puedo adelantar el tiempo y mirar más allá. Pero puedo estirar ese momento, ese "ven aquí" puede durar eternamente, puedo convertir cada segundo de aquella noche en mil años en la tierra. Como si faltasen mil años luz para vivir lo de esta noche. Como si nunca fuéramos a despedirnos.
Eso sí.
Con eso sí que puedo.
Puedo confundir amor con adoración.