Archive for octubre 2012

Desconocido Nº 1.

23.10.12 § 1


Tengo las ideas aturdidas por un pelo que no tocaré en la vida. Tengo ganas de que seas tan vulnerable como los otros, y poder cuidarte, es la única forma en que sé hacerlo. Me superas y me ardes. No eres como los otros. Estás jodidamente colgado. Jodidamente seguro. Y jodidamente bueno. Pff, qué risa verdad? Me das miedo. Me rió como una niña tonta. Tocarte la camisa, tenerte tan cerca, tan alto, tan vulnerable. Pero en cuanto pase un tiempo volverás a ser un tiarrón. De esos que ni sabe que existo si no es para pedirme fuego. Y volveré a andar por tus pasillos intentado hacerme invisible. Lo peor es que ya lo soy. Ya no podré buscar tus muletas entre las sillas. Volverás a ser como todos. Tan lejos. Me río histérica otra vez. Me das mucho miedo, joder. Que me mires desde abajo con superioridad, y me preguntes quién soy. No lo sé. O que me atravieses con la mirada, sin verme. Me usurpas las ideas, el tiempo, las energías. Nunca tomo RedBull con la comida. Lo único que tengo de ti es esto que me haces. Quiero conservarlo. Soy una puta cobarde conformista. Quiero mantener las cosquillas. Pero en treinta y una horas me has dado la vuelta y me has colgado bocabajo. Me incomodas, me haces sentir insegura, como yo los hacía sentir a ellos, vulnerable, manipulable. Cualquiera. ¿Sabes cuanto tarda la gente en olvidarse de una cara con la que se acaban de cruzar? Veintiún segundos. Ni uno más. O algunos menos.

Púdreme.

22.10.12 § 1

Hoy no me apetece ser feliz, ni mucho menos realista. Me apetece que me estires hasta romperme un brazo, que me desnudes y me hagas frío. Agua. Me apetece sudar de miedo y fumar mucha hierba. Volverme loca. Literalmente. Correr bajo la lluvia y que me sigas, y me mires a los ojos, me cojas la cara entre tus manos y te rías, mientras yo lloro con fuerza y te insulto, y luego me lleves a algún sitio calentito y vacío, con muchos libros, y que nos acostemos en el suelo con las piernas levantadas, y nos leamos el uno al otro. Y fumar mucha hierba. Quiero poder emborracharme todo el día para dar salida a tanta idea desbocada, así, quizás, si me vuelvo loca oficialmente me van a dejar hacer lo que me dé la gana sin tener excusas para atarme. Y a lo mejor si tú me ayudas va a ser más fácil. Es como un suicidio intelectual, o social, o lo que sea, es morirse de rutina y de mediocridad. No quiero morirme de rutina. Prefiero disfrutar de mi propia destrucción, observar desde lo alto como me hago pedazos y me voy cayendo allá por donde voy, se me salta la pintura, en breves no quedará poco más que lo cimientos, pero lo divertido es el camino, arrastrarse entre mentiras, vacíos y cansancio decorado. Y cerveza. Empieza a hacer frío y la podredumbre se nota un poco menos. Tengo algo más de margen, a veces hasta puedo hablar con desconocidos como si fuese normal, y preguntarles si ya ha pasado el 81, y que me miren con cara de asco, y sonreírles con malicia, por dejarse morir de mediocridad. No hay placer más verdadero en esta vida, antes que dejarse morir, que matarse poco a poco.

Love.

§ 0

A veces Barcelona se cansa de exhibir ingentes cantidades de encanto para extranjeros, y se pone a llover, aunque sólo lo hace en Abril o en Octubre, y entonces huele a podrido. Huele a todas las historias viejas, usadas y prestadas que haya visto. Huele a mediocridad, a rancio y a triste. Barcelona se pone negra y a mi me encanta, aún más. Pararme entre Balmes y Provença, y oler al Castell de Montjuïc erigiéndose plateado entre la lluvia, a lo lejos, cubriéndonos de su propio manto de miedo. Todo en esta ciudad está sucio, usado, remendado, la pureza hizo las maletas hace un par de años. Pero belleza... de eso sí que hay. Hay saxofonistas invisibles tras la Catedral de Mar, hay olor a mar en Poblenou, hay cerveza a raudales en Gràcia y niñas demasiado jóvenes para ser tan putas, y una princesa durmiendo en el suelo del Born. Y bares que aparecen, te envuelven de luces irreales y desaparecen en un callejón que se cierra hasta el próximo viaje. Y otra casi reina demasiado ebria como para darse cuenta de que las paredes que acaricia no le pertenecen...

Es casi patológico, cuanto más triste, vacía y cutre se abre Barcelona ante mis ojos, más ganas le tengo, como a esa vida de pseudo bohemia que anhelaba con diecisiete años. El frío punzante me ha dado en la cara. Barcelona es más bella cuanto más rodeado de mierda esté el que la mire.

no.

17.10.12 § 0

No quiero envenenarme con miel rancia y manoseada. No quiero comerme un bistec crudo del suelo con veneno para ratas. No quiero mirar el rincón de una pantalla esperando encontrarte respuestas. No quiero usar anáforas de segunda mano. No me digas que no me vaya. Dime que no, niega, niégate, niégame, niégala. Dime que no existes, que te vas y que nada de esto ha pasado, que me vas a devolver todas mi energías mal invertidas y el par de canciones con las que me fui a dormir anoche. Me vas a devolver mi tiempo, y mis pocas ganas de vivir algunos días esporádicos de la semana. Me vas a devolver mis setecientos dieciocho dias mal invertidos. Y que me vas a dejar en paz, y me voy a despertar o a levantar o a algo. Pero que nunca nada de esto ha pasado. O igual sigues tocándome los huevos sólo por joder.

Mamá.

10.10.12 § 0

"Hay que convertir toda pérdida en ganancia"
Albert Espinosa
Yo he perdido a mi madre. Pero he ganado 63 quilos de ternura que van en aumento. Mi madre ya no camina, ni me cocina, ni come, ni me abraza cuando llego a casa. Mi madre sonríe cuando la saco a tomar el sol. Y disfruta mirándome cuando le doy de comer a través de una sonda. Mi madre no está cuando llego a casa. Pero perder una madre me ha devuelto a mi padre. Y me ha hecho ganar paciencia por un tubo, y ganas de vivir. Perder a mi madre me ha regalado la oportunidad de conocerla de otra forma. Perderla tal y como la conocía me ha hecho ganar perspectiva ante la vida, y sacar fuerzas de donde no pensaba que la tendría. Perder a mi madre me ha hecho apreciar cómo las madres cuidan de las hijas, y como a las hijas, a veces, les toca cuidar de sus madres. Perder a mi mamá de siempre me ha hecho conocer a Lidia, que es madre, e hija de una grandísima madre. Perder a mi madre me ha hecho conocer a mi hermano. Y a apreciar la cocina de mi padre y los abrazos de mis amigos. Perder a mi madre me ha hecho madurar demasiado deprisa. 

Mamá, quiero que sepas una sola cosa: aunque nunca vuelvas, para mí nunca te habrás ido.

Perder a mi madre me ha hecho ser mejor persona.