Swansea City.

26.2.12 § 0

Somos adictos. Arrinconamos nuestro ego. Somos recién nacidos colocados. Ni sabemos andar, ni queremos aprender. Los límites de la materia nos incomodan, un cuerpo no es nada. Buscamos deshacernos en el humo de un cigarro del después. Volatilízame. Resulta demasiado fácil parar y seguir la línea recta. Necesitamos edulcorante y Renacimiento. Somos el principio y el final del argumento contradictorio. No sabemos andar, pero la línea recta nos marea, y mientras pasa el domingo dibujamos tirabuzones en el aire, cargado de electricidad. Somos adictos al miedo. A lo inalterable de las almas pensantes. Acallamos todo atisbo de positivismo con la misma droga. El miedo. Verdaderamente adictivo. Carísimo. Fácil de encontrar. Fácil de anteponer a cualquier cosa. Excusa universal. Invalida cualquier cuestionamiento. Si tienes miedo no piensas, no tienes que oírte. Él habla por ti. En cuanto bajes la guardia el mono aparecerá en forma de escalofrío. Desde el pecho hacia adentro. Entonces oirás la magia intravenosa: "No soy yo, no es mi culpa, tengo miedo".

No es el miedo.
Es tu culpa.
Adicto.

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