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Ley.

29.5.09 § 0

La única manera de que aquel cerebrito conmicionado segregara su dosis diaria recomendada de serotonina era inflarlo a chocolate, ya nada la hacía sonreir, ya nada llenaba sus memorias, ni sus manos, todo era volátil e inexistente, todo había desaparecido, excepto el dolor, el mas agrio compañero en las más largas noches.
Todos y cada uno de sus pasos habían sido borrados por las lluvias de abril.
Toda imagen se habia evaporizado, dejando un hueco infinito en su mente, ahora tan solo vivía para no morir. Todos dejamos de jugar tarde o temprano, por el miedo a perder.
Alguien dijo alguna vez :
"Estamos acorralados por el miedo a morir. O el miedo a vivir, que es lo mismo."
Aquella tarde de domingo el sol brillaba sobre su cabeza, despertó, y sin mirar el reloj, como de costumbre, se volvió a dormir, intentando que el sueño se llevará el mal trago de la noche anterior.

Todo parecía ir sobre ruedas, se reía, inspirada por unos cuantos besos, que mas tarde descubriria carentes de sentido. Patricia y Dani también reían.

- Tu lo que eres es un bombón. Guapa, simpática, lista, trabajadora, estudiante, observadora... ¿Qué más se podría pedir de una jovencita como tú? - bromeaba Dani.
- Tal vez que tuviese diez años más, así os la podrías llevar al huerto todos los que os la coméis con los ojos. ¿A que sí reina? - completó Patricia.

En aquella cocina nadie era escrupuloso, la sinceridad se respiraba en el aire, entre una mezcla perfecta de manzanas, canela, y respeto.
Y volvían a reir.
Pero como siempre, la otra cara de la moneda aguardaba impaciente el mejor momento para hacer brotar las peores lágrimas. Y él, otra vez, hacía caso omiso del poema de sus ojos, que pedían a gritos una noche de compasión sin ánimo de lucro. Y decidió no verla, y dejarla que diluyera toda la mierda de la semana en una copa de gintonic. La dejó volviendo a casa sola, y contandole a la almohada cuantas veces le habián roto el corazón, si es que aún quedaba algo por romper. Siempre acostumbrada a entregarlo todo de sí. Hay quien consideraria esto un defecto, pero ella se lo tomaba de forma personal, lo hacía por ella, porque si había algo que la hiciese algo más feliz, lo alimentaba con todas las de la ley. Y su ley no era más que verse sonreír.